Rubén Cacho /ICAL - El corresponsal de guerra Antonio Pampliega comparte con los estudiantes de la UEMC su experiencia en el periodismo de conflicto (Irak, Siria y Afganistán…)
VALLADOLID - EDUCACIÓN
Viernes, 29 de Noviembre de 2024

Pampliega reclama “más atención a la salud mental” de los corresponsales de guerra y pagarles “dignamente”

ICAL - El periodista ofrece una charla a los alumnos de la UEMC en la que repasa sus 17 años de ejercicio como ‘freelance’ por todo el planeta porque “fuera de Europa, el mundo es un agujero negro”

El periodista Antonio Pampliega reclamó hoy “prestar más atención a la salud mental” de los corresponsales de guerra y pagarles “dignamente” porque “no puede ser que haya medios nacionales que paguen solo 35 euros por una crónica desde Siria, Irak o Ucrania”.

“Así no se puede hacer periodismo”, sentenció en una entrevista con Ical antes de ofrecer una charla para alumnos de la Universidad Europea Miguel de Cervantes (UEMC) de Valladolid, reseñando que la precarización es “claramente el gran problema” del periodismo en la actualidad.

De hecho, apuntó que comenzó a ejercer como corresponsal en el año 2008, “con la famosa crisis, y 17 años después seguimos en ella”. Ejemplificó la situación con los apenas 1.200 euros cobrados por él y su compañero José Manuel López por un reportaje en profundidad de la situación de Somalia publicado en 2014 por El País Semanal.

Y es que poco después, el también reconocido y veterano corresponsal de guerra Gervario Sánchez le preguntó cuánto habían percibido por ese trabajo y señaló que fue “exactamente lo mismo” que cobró él por una pieza similar de la Guerra de los Balcanes “20 años antes”.

“Si queremos profesionales que cubran los conflictos, necesitamos pagarlos dignamente”, señaló entonces Pampliega, porque, de lo contrario, “llega un momento que no tiene sentido” acudir a guerras en las que estos profesionales se juegan la vida y, además, afrontan “el dolor ajeno” que deja secuelas en la salud mental.

De hecho, Pampliega sufre estrés postraumático por las escenas vividas en las guerras que ha cubierto, desde Irak a Afganistán o Siria, donde sufrió un secuestro en el año 2015 que se prolongó durante 299 días, y que supone una “gestión de la cabeza” diferente a la que se vive en occidente porque “aquí, la mayoría de las personas solo han visto un muerto o dos en su vida, su abuelo o su tío”, en relación a los alumnos a los que dirigió hoy la charla, mientras que él, como corresponsal vio “80 ejecutados con un tiro en la cabeza en una sola mañana de enero de 2013”.

Pese a todo ello, reconoció, tanto en la entrevista como en la charla posterior en la UEMC, que cubrir conflictos internacionales convierte a los corresponsales en “yonquis del frente de combate”, máxime haciendo periodismo porque es “lo más maravilloso que hay”. “No elegiría otra profesión, porque me encanta”, concluyó.

17 años como ‘freelance’

Posteriormente, durante la conferencia ofrecida en el plató de televisión de la UEMC de Valladolid, Pampliega repasó su trabajo desde la guerra de Irak, donde acudió por primera vez con 25 años, hasta la actualidad, en 17 años de ejercicio profesional en los que ha pasado por países en conflicto de todos los continentes

Y eso que, como apuntó durante la charla, quería ser periodista deportivo, pero en sus años universitarios conoció el trabajo de varios corresponsales y, en un momento en el que el foco se encontraba en las guerras de Afganistán e Irak, decidió ir a este último país “trabajando por libre, lo que significa que me pago yo todo” desde entonces.

“Cuando te conviertes en corresponsal de guerra, hay dos primeras veces que no olvidas: la primera vez que te disparan y el primer muerto que ves”, recordó ante los alumnos de la UEMC en una charla marcada por las duras imágenes que Pampliega ofreció para mostrar la crudeza de los conflictos, para señalar que la guerra de Siria ha sido la más difícil porque “ese grado de violencia no lo he visto jamás”, aunque sí se mostró convencido de que “es el mismo que está pasando ahora en Palestina”.

Reconoció asimismo que el frente de combate “engancha, lo necesitas en tu vida y te conviertes en un yonqui”. “Pero lo que no engancha, la parte jodida, es el dolor ajeno”, continuó explicando a muchos futuros periodistas, ante los que afirmó que “se tiene que contar” porque, de lo contrario, “no existe y, si no se ve en el resto del mundo, el régimen puede seguir haciéndolo”.

Por último, se centró en la salud mental de los propios corresponsales por “trabajar con el dolor ajeno”, máxime tras un secuestro de 299 días en los que “no paras de darle vueltas a la cabeza”. “Es muy psicológico y los secuestradores juegan absolutamente con todo”, confirmó, antes de aseverar que “tiene que haber un momento en la vida en que tienes que cambiar, porque sino, colapsas”.

En su caso, fue el nacimiento de su hija el que le hizo dejar de cubrir conflictos por el mundo, si bien sigue realizando trabajos en otros países y continentes sobre “un psiquiátrico en Afganistán, donde atan a los pacientes para que no salten”, o sobre mareros en Colombia o mujeres violadas en el Congo. Animó por ello a los jóvenes a contar esas historias para que se trabaje en que dejen de ocurrir. Y es que “fuera de Europa, el mundo es un agujero negro”, concluyó.